sábado, 29 de marzo de 2014

LA VERDAD

Todas quisieramos ser hijas deseadas, planificadas; tener embarazos felices y plenos, llenos de amor, de amoroso sexo, de alegría; parecer una propanga de productos para bebes en el post parto y la crianza, pero la vida es mucho más matizada y compleja.

Muchas no hemos sido deseadas y arrastramos abandonos, dolores, ausencias de maternaje en nuestra infancia, traumas, dolores no resueltos y somos adultas con mucho por sanar.

Estas adultas que somos con nuestras historias no resueltas, con nuestros miedos y sombras, nuestra adrenalina tomando el control, con nuestra niña interior adolorida hablandonos sin ser escuchada en nuestros celos, enojos, discursos. Estas adultas que somos, tenemos hijos.

Hijos no deseados, no buscados, o quizás si; vivimos embarazos con disgustos, enojos con nuestra historia, con nuestra pareja; vivimos post partos al borde del llanto, del miedo, silenciando lo que nos pasa, creyendonos solas y únicas en nuestra experiencia.

Con dificultades de oir nuestra sabiduría interior domesticada desde nuestro nacimiento y sin saber muy bien que hacer a quien escuchar, algunas afortunadas logramos parir y tenemos el poderoso llamado del instinto, de la fisiologia y quizás podemos escuchar las necesidades de nuestra amada criatura.

Hay algo que podemos hacer, que no nos cuesta, que no nos implica cambiar y es sentir nuestro momento presente, sentir y decirle, cantarle a nuestro hijo o hija nuestra verdad, nuestras dificultades y no tratar de estar donde no estamos.

Entonces sucede lo mágico, nuestro bebe puede confiar en que nosotras podemos resolver nuestra sombra, nuestros dolores no resueltos y las dificultades como adultas en nuestro día a día; nosotras dejamos de mentirnos y asumimos nuestro momento y de alguna manera todo se transforma cuando somos capaces de darnos cuenta.

Nuestro bebe in útero o afuera, pequeño o adolescente deja de sentirse responsable de nuestras sensaciones y se ocupa de su momento, cuando la criatura esta in útero o muy pequeña (menos de tres años) siente como propias las emociones de la madre; no podemos cambiar nuestro presente, pero podemos dejar de engañarnos y fingir.

Bienvenir lo que es y esta sin miedo, sin tratar de buscar un estado útopico ausente, bienvenir la sombra y nombrarla, sin miedo, sin tapujos, amarnos tristes, enojadas, inseguras, insatisfechas, y decirle a nuestras guaguas como estamos, construir un lugar presente de verdad, sin exageraciones y sin máscaras, sin victimizarnos y sin engañarnos.

Y entonces nuestros bebe ya no tienen que desahogarse por nosotras, ya no tienen que estar llamando nuestra atención para salvarnos, porque nosotras podemos ver nuestro momento y hacernos cargo de nosotras y maternar a nuestra criatura.
















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