PATRIARCADO ADENTRO
Como artista durante muchos años me dedique al arte político, la danza y la escena eran mi territorio para decir lo que pensaba de la vida y la sociedad, así que cree obras para hablar de los derechos sexuales y reproductivos, de la equidad de género, del conflicto armado, de la soledad en la ciudades y luego algo cambio en mi.
Sin muchas palabras me dí cuenta que ya no era momento para hablar de otros, que los otros estaban en mi y mi historia era también la de mi familia, la de mi país la de mi momento historio, y empece a adentrarme en mi cuerpo y a escuchar.
Y escuche a mis riñones con tanto dolor y miedo, escuche mi respiración entrecortada, escuche la fuerza de mis huesos y mi occipital tensionado, escuche mi nacimiento, y la verdad que habitaba mis células, relaje mi diafragma y empece a sentir mi amado útero, empece a valorar mi sangre y escuche la sabiduría de mi corazón.
Y así me fui dando cuenta poquito a poquito y sin discursos, que habían dolores míos y habían muchos otros heredados, esos dolores o esas fracturas a mi unidad, esos miedos aprendidos que condicionaban mi salud, mi fluidez, mi conexión con la vida, son parte de lo que llamo patriarcado interior; siento y creo desde las entrañas que con darse cuenta nos vamos sanando y vamos regresando a la autorregulación, al amor profunda hacia nuestra oscuridad y luminosidad, pero hay que darnos cuenta y ver a los ojos, con honestidad e indulgencia, los quiebres, los dolores, los temores.
Como artista durante muchos años me dedique al arte político, la danza y la escena eran mi territorio para decir lo que pensaba de la vida y la sociedad, así que cree obras para hablar de los derechos sexuales y reproductivos, de la equidad de género, del conflicto armado, de la soledad en la ciudades y luego algo cambio en mi.
Sin muchas palabras me dí cuenta que ya no era momento para hablar de otros, que los otros estaban en mi y mi historia era también la de mi familia, la de mi país la de mi momento historio, y empece a adentrarme en mi cuerpo y a escuchar.
Y escuche a mis riñones con tanto dolor y miedo, escuche mi respiración entrecortada, escuche la fuerza de mis huesos y mi occipital tensionado, escuche mi nacimiento, y la verdad que habitaba mis células, relaje mi diafragma y empece a sentir mi amado útero, empece a valorar mi sangre y escuche la sabiduría de mi corazón.
Y así me fui dando cuenta poquito a poquito y sin discursos, que habían dolores míos y habían muchos otros heredados, esos dolores o esas fracturas a mi unidad, esos miedos aprendidos que condicionaban mi salud, mi fluidez, mi conexión con la vida, son parte de lo que llamo patriarcado interior; siento y creo desde las entrañas que con darse cuenta nos vamos sanando y vamos regresando a la autorregulación, al amor profunda hacia nuestra oscuridad y luminosidad, pero hay que darnos cuenta y ver a los ojos, con honestidad e indulgencia, los quiebres, los dolores, los temores.
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